Historia de la calidad: Resumida

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La historia de la calidad comenzó con la Revolución Industrial y la difusión de la producción en masa. Pero hay quienes «viajan» un poco más y remiten esta preocupación a los tiempos de Hamurabi y su código que condenaba a muerte a cualquier constructor que construyera una casa que se derrumbara por no ser lo suficientemente sólida, matando al residente (falta de calidad).

En cualquier caso, un punto es la unanimidad: la calidad tal como la conocemos hoy en día sólo surgió a causa de la Segunda Guerra Mundial. En ese momento ya existía cierta preocupación por la calidad de los productos, lo que significaba garantizar que todos los productos fabricados tuvieran las mismas características y no tuvieran defectos en la medida de lo posible.

Para ello, se crearon inspectores de calidad, responsables de inspeccionar producto por producto, un método poco eficiente, pero fue pronto sustituido por las «técnicas de control de calidad estadística» creadas por Walter Andrew Shewhart, que entonces trabajaba en Western Eletric, alrededor de 1920.

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En la época de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos fomentaron el uso de los métodos estadísticos de Shewhart por parte de sus proveedores para ayudar a difundir nuevos métodos de control de calidad en todo el mundo.

Después de la guerra, aparecen los japoneses, con una deuda que pagar debido a la derrota, los japoneses comienzan a invertir en sus industrias. Lo que hizo destacar a los japoneses fue el hecho de que la mayoría de su población era estudiada, tenía al menos el nivel medio, a diferencia de los americanos, y eran disciplinados, lo que facilitaba el desarrollo de sus industrias. ¿Dónde entra la calidad en esto?

Pues bien, los japoneses, como dependían de las exportaciones para poder comprar prácticamente todo lo que necesitaban y seguir pagando su deuda, se encontraron ante el reto de vender a otros mercados con precios más bajos, productos de igual o superior calidad.

Para los japoneses, que tenían una lógica de precios diferente a la americana, el método de inspección del producto listo, aunque por técnicas estadísticas de control de calidad era ineficaz y aun así se enfrentaban al producto.

Mientras que para los occidentales el precio es igual al costo más el margen de beneficio, «p=c+m», para los japoneses la ecuación estaba invertida, era el coste igual al precio menos el margen, c=p-m.

En otras palabras, para los japoneses el precio se definió incluso antes de la fabricación y los diseñadores se encargaron de encontrar la manera de producir dentro de ese costo estipulado, pronto hubo que eliminar todos los artículos que no añadían valor al producto: desperdicio, tiempo ocioso, cambio de herramientas, suciedad y contaminaciones, lotes de producción, existencias en tránsito, defectos, fallos e inspecciones.

Así, los japoneses desarrollaron un método de control de calidad que, en lugar de encontrar y eliminar las piezas defectuosas, buscaba evitar que se produjeran los defectos. Los responsables de la revolución de la calidad japonesa fueron JUSE (Unión de Científicos e Ingenieros Japoneses) y los estadísticos W. E. Deming, Shewhart, Kaoru Ishikawa y Joseph M. Juran.

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El siguiente gran paso en la historia de la calidad puede llamarse «normalización». Desde 1987, con la creación de la ISO 9000, no ha habido tanto un cambio de conceptos o de enfoque, sino una impresionante popularización entre las industrias de las certificaciones de los «sistemas de gestión de calidad» según las normas adoptadas internacionalmente.

En los años siguientes, Armand V. Feigenbaun publicó el libro «Control de Calidad Total: ingeniería y gestión» del que surgió el concepto de CCT. Philip B. Crosby, creó el concepto de «déficit cero» en el que todo se puede hacer bien a la primera.

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